Calaverita a Huberta
(Profesora de Teoría del Arte en FES Cuautitlán, UNAM)
A
lo lejos se escuchaban
los
diez elefantes
era
Huberta guiando
en
coro a los estudiantes.
La
muerte se acercó
curiosa
por aquella canción
y
gran sorpresa se llevó
cuando
a Huberta vio.
aunque
con mala intención
pues
quería a Huberta
y
no una canción.
Huberta
la invito a cantar
y
ella se negó
pero
eso no importó
pues
el coro continúo.
Al
terminar la melodía
Huberta
sus ojos cerrados tenía
y
el arte de esa sonada
muy
tranquila explicaba.
Huberta
en el escritorio
en
flor de loto se sentó,
sus
ojos no abrió
y
a la parca ignoró.
La
muerte imitarla trató
pero
cuando un paso dio
de
bruces al piso cayó
y
de prisa se levantó.
Huberta
y sus estudiantes
a
la huesuda no hablaban
Teoría
del Arte filosofaban
con
los ojos cerrados
ni
la miraban.
Por
fin la flaca habló
y
a Huberta se dirigió:
“Por
tu culpa me caí
y
un dedo me rompí”
Huberta
los ojos abrió
y
a la Catrina
miró
a
todos nos sorprendió
pues
una foto le sacó.
Huberta
pensaba
que
nadie le ganaba
a
definir el arte,
era
la mejor, murmuraba.
“Si
te sientes tan segura”
expresó
la parca
te
reto a un debate
para
definir el arte.
Iniciando
el duro encuentro
la
flaquita le dijo a Huberta
¡Yo
te quiero dentro del panteón!
para
papacharte de montón.
Muy
confiada de sí misma
la
huesuda se rió
¡En
el arte de la vida
nadie
es mejor que yo!
La
flaquita tomó un gis
y
se dirigió al pizarrón
temerosa
vio a Huberta
que
sin gis el arte explicó.
De
repente Huberta preguntó
¿Cuál
es tu color?
defínemelo
con una sensación
o
contigo no me voy.
La
parca perpleja quedó
ni
una palabra contestó
su
cara flaca se puso
pues
mucho se enojo.
Terminando
este altercado
la
huesuda se marchó
a
Huberta no ganó
cuando
su color
en
sensación le preguntó.
A
su casa en el panteón
va
la flaca confundida
creyó
ganarle a Huberta
con
el dilema de la vida…
Los
colores y el arte
la
pelona los dejó aparte
con
Huberta regresó
y
del brazo la tomó.
Los
alumnos protestaron
pero
pronto se callaron
pues
la huesuda los miró
con
demasiada agresión.
La
flaca sin compasión
a
Huberta se llevó
la
abandonó en el panteón
y
un solo libro le dejó.
Al
llegar al panteón
con
un estornudo se le recibió
pues
en su blusa aún llevaba
el
gis del pizarrón.
A
los muertos enseñó
a
partir de la sensación
a
descubrir lo bello
que
puede ser el panteón.
Y
se dieron cuenta
de
lo complicada
que
es la estética aplicada
en
la muerte cotidiana.
Que
los alumnos la extrañarían
era
algo que ella bien sabía
pues
ya no cantarían
los
elefantes con alegría.
A
los muertos convocó
para
participar en una audición
solo
para descubrir que el talento
de
sus alumnos no tenía comparación.
Ahora
se escucha en el panteón
una
hermosa canción
los
muertos están cantando
y
Huberta los está guiando.
Por: Addy, Edith y Laura