Los XV años
Los “ritos de paso” forman parte de los códigos sociales y
son aquellos que marcan los momentos cruciales en los que pasamos de un estado
de ser al siguiente y que nos ayudan a atravesar lo que se ha denominado “las
crisis vitales” como lo son: el nacimiento, la pubertad, el matrimonio y la
muerte entre otros.
Un código social presente en México es
la fiesta de XV años, las familias se reúnen para festejar, pero muy pocos
saben el origen de esta celebración o el significado de la misma, sin embargo
es un acontecimiento que no solo se festeja en México sino también en muchos
hogares latinoamericanos y aunque en Estados Unidos festejan en su lugar los
“Dulces dieciséis”, estos tienen la misma intención que los XV en México.
Los orígenes de esta celebración se remontan a las
tradiciones de la cultura maya. Ellos realizaban ritos para indicar el paso de
la niñez a la vida adulta de la mujer; así como la aceptación de ciertas
libertades y responsabilidades. Los aztecas celebraban una ceremonia religiosa
en donde las madres aconsejaban a sus hijas y las preparaban para el
matrimonio. Esto era un rito de pubertad para indicar el paso a la vida adulta
y la aceptación de responsabilidades de las mujeres. En estas culturas, al
llegar a la fecha de quince años, las jóvenes salían de la familia a la escuela
telpochcalli donde aprendían la historia y tradiciones de su cultura y se
preparaban para el matrimonio. Luego, regresaban a la comunidad para
celebrarles la fiesta de quince años. Era de esperar que la muchacha contribuyera
a la comunidad que la había visto crecer y la había cuidado. Era así como
entraba a su transición de niña a mujer.
Con la
conquista de los españoles las culturas precolombinas perdieron mucho de su
cultura. Los conquistadores tomaron la celebración pagana y la convirtieron a
la iglesia al igual que otras ceremonias en un esfuerzo por catolizar al pueblo
Azteca. La danza fue reemplazada por el Vals y el altar Azteca por el altar
Cristiano. Los españoles, que eran católicos, incluyeron en la tradición indígena
la inserción de la misa.
En Europa a partir del siglo XVII y sólo en las clases
altas, “las debutantes”, como llamaban a las jóvenes de 15 o 16 años, bebían,
desfilaban y bailaban, en diferentes fiestas, con los jóvenes ricos con el fin
de seleccionar a su futuro marido. Eran tiempos en los que las mujeres estaban
muy «guardadas», no tenían expectativas de preparación académica ni de otro
tipo, sólo eran preparadas en la familia para ser mujeres de hogar y para tener
y saber criar hijos, por lo que se casaban muy jóvenes, y la celebración de los
XV años constituía una manifestación de que las señoritas estaban en edad de
casarse, por eso la costumbre de presentarlas en sociedad. En el siglo XIX, el
emperador de México, Maximiliano y su esposa, Carlota, introdujeron vals y los
vestidos.
Actualmente, más que una presentación ante la sociedad,
es el comienzo de una vida en la que la joven adquiere más libertades y
derechos, y claro, más obligaciones. Asimismo, y en la mayoría de los casos,
coincide con el fin de una etapa, pasa de la secundaria a la preparatoria y más
que una mujer lista para casarse, entra a la juventud, una etapa de crecimiento
y nuevas experiencias, emociones y sentimientos. Deja atrás su niñez e inicia
su etapa de madurez.
Este ritual de iniciación, cuya
celebración se ve matizada por la idiosincrasia local, por las características
regionales, culturales y hasta geográficas, mantiene un elemento constante en
la diversidad de sus manifestaciones: conjurar el instante de tránsito de la
infancia a la pubertad.
La misa
La Misa o
presentación en el templo es un agradecimiento y preparación para los nuevos
retos de la chica que es ya casi una mujer. La Oración de Gracias y la
Bendición de los dones o regalos durante la misa y la eucaristía son la
culminación de la Misa. Durante la ceremonia la quinceañera renueva su
compromiso con los valores cristianos (adoración y amor incondicional a Dios,
perdón a los pecados, etc). En la misa, se presenta a la joven ante la
comunidad parroquial ya como persona adulta y recibe una bendición que incluye
–según el texto de los obispos- “el compromiso de la quinceañera con Dios y con
la virgen María para vivir su vida de acuerdo con las enseñanzas de Cristo”.
La palabra chambelán
viene del francés chambellan, y ésta viene a su vez del catalán camarleng. Esta
palabra, en español camarlengo, se usaba como título de nobleza para referirse
a distinguidos caballeros a los cuales estaba reservado, junto con otras
personas importantes, la entrada a la sala o cámara principal de un palacio
real.
Durante
el siglo XIX hubo numerosas guerras, y los jóvenes varones, aunque prestaban su
servicio militar, también tenían actividades alternas y se daban tiempo para
cortejar a las jovencitas, por lo que se integraban como cadetes en las
ceremonias donde se bailaban valses y se entonaban románticas canciones; de ahí
vendría la tradición de los «chambelanes» que acompañan a la quinceañera en su
festejo.
Usualmente los
chambelanes eran 14, que representaban sus primeros 14 años, pero actualmente
se ven quinceañeras con 5, 4 y hasta un solo chambelán. En algunos lugares
acostumbran escoger al “Chambelán de Honor” que acompañará a la quinceañera
durante toda la fiesta.
Ante la guerra de
independencia, la venta de la mitad del territorio mexicano y la búsqueda de
una identidad propia; la clase gobernante mexicana buscó en Europa referentes
culturales, sociales y políticos.
Fue durante la monarquía
del emperador Maximiliano cuando, en las altas clases sociales mexicanas, se
impuso como moda el vals y los vestidos de corte europeo. La fiesta de La
Quinceañera se parecía al baile cotillón de las cortes en Viena,
donde las jóvenes eran presentadas en sociedad y, simbólicamente, bailaban en
público su primer vals.
El ramo que porta la quinceañera tuvo sus orígenes en la costumbre de
que al finalizar la misa, la festejada entregue un ramo de flores en el altar a
la Virgen María, por lo general a Nuestra Señora de Guadalupe. Aunque el ramo
era de flores naturales, actualmente en algunas culturas acostumbran dos ramos,
el que se ha de entregar a la virgen como agradecimiento y un ramo sintético
que ha de permanecer con la quinceañera. Algunos solo acostumbran el sintético.
La “última muñeca”, se
entrega a la festejada como símbolo de que deja atrás la niñez.
El brindis
En tiempos del feudalismo europeo, se
decía que cuando un rey quería expandir su poder sobre otro pueblo, promovía el
casamiento de su hija con el príncipe de otro reino y en la celebración de la
boda, invitaba a su suegro, el otro rey e intentaba envenenarlo con una copa de
vino tinto. Entonces, para evitar estas sospechas, los dos monarcas chocaban
sus copas, de modo tal que el vino de ambas se mezclara. Actualmente
hacer un brindis es una tradición para expresar nuestros mejores deseos, para
compartir la alegría de estar juntos. Por ello unidos levantamos nuestros vasos
a la Salud de todos los presentes. Agradeciendo a Dios por la vida, por
permitirnos estar aquí y ahora llenos de salud y animo.
Las zapatillas y la
corona
En muchas celebraciones,
el ritual de presentación de la joven incluye un cortejo, formado por una niña
mucho más joven que lleva una almohadilla en forma de corazón con una corona o
tiara que recuerda que
la quinceañera es la princesa de la noche y un niño que porta en
otra almohadilla una réplica de zapatos de tacón. El momento cumbre tiene lugar
cuando la quinceañera se cambia de zapatos. El padre, si está presente, es
quien le quita sus zapatos de tacón bajo y le pone los de taco alto: la niña que
entró con calzado de infancia sale caminando como mujer joven.
Referencias: