jueves, 23 de mayo de 2013

“Madonna entronizada y el niño” (representación)



“Madonna entronizada y el niño”


Representación de "Madonna entronizada y el niño"
por Addy Molina, Técnica:  plumín sobre fabriano.






Ficha Técnica:

# Época Bizantina
# Fines del siglo XIII
# Panel de temple, 131.1 x 76.8 cm (51 5/8 x 30 ¼ in)
# Giotto
# Italia
# National Gallery of Art, Washington

         Ciertos aspectos de la técnica sugieren que el artista que pintó este panel era griego, entrenado como pintor de iconos. Sin embargo mezcla los elementos Bizantinos y de Occidente, que indican que probablemente trabajaba en Italia o al menos, para un cliente occidental. Las delicadas estriaciones en oro definen los pliegues de la ropa, como una convención Bizantina y la composición se acerca a uno de los más perdurables iconos, la Hodegetriala Virgen quien, indicando al niño, “muestra el camino”. Ahora Jesús da la señal de bendición al Occidente y no a Oriente y los halos no son discos pulidos sin adornos como los que se encuentran en Bizancio, pero son decorados con diseños florales populares en Italia.
         Por la veneración de que eran objeto, La Virgen y el niño, como icono, debía sujetarse a cierta norma formal, los patrones fijos se repetían una y otra vez, es una tipología exclusivamente Bizantina. En lo formal  e iconográfico, los iconos evolucionaron a la pintura mural. Su temática se centra en la Virgen con el niño.
         La vista tridimensional del trono de la Virgen también refleja influencia de Occidente. Con sus zapatos rojos y su vestimenta imperial de arcángel, el elaborado trono acentúa el rol de Maria como reina del Cielo.
         En esta obra se refleja la influencia italiana manifiesta en el mundo bizantino durante esta época. Abundan la donosa actitud, el profuso juego de los repliegues del ropaje, la dulce melancolía del rostro de la Virgen. Las superficies iluminadas del ropaje parecen ornamentales reflejos de sol,  que contrastan extrañamente con la tenue iluminación de la cara y de las manos. El efecto conjunto no es ni plano ni espacial, sino transparente, esto es así casi al pie de la letra, porque ha sido pintada en delgada película sobre una superficie dorada de alta intensidad de reflexión que da los colores vivos, los halos y el fondo, de modo que ni siquiera las sombras resultan nunca totalmente opacas.



OPINIÓN
        
         La obra es sutil, representa la divinidad por su colorido dorado en la luz y en la base, refleja la dulzura de María en su rostro así como su trono le da un aspecto de superioridad, de reinado, el trono tiene una perspectiva un poco plana, pero logra darle a la imagen de la Virgen lo que necesita para ser elevada como una divinidad que acompaña al niño y lo sostiene en su regazo. La luz que refleja su vestimenta es llamativa con la cantidad de pliegues, que son más radiales en las rodillas y codo, contrastando con la cantidad de luz y sombra de ambos rostros, que sin embargo se integran en el conjunto de la obra.
         En general la obra logra su cometido como icono perteneciente al periodo Bizantino, donde la Divinidad se expresa al máximo, tanto en color como en forma y dotación de accesorios como lo son el trono de María, las vestimentas y los halos.


BIBLIOGRAFÍA

& María Victoria Chico Picaza; Historia del Arte: Bizancio, El Islam; Editorial Océano; España, pp430, 461-462.
& Joaquín Yarza Luaces, Gonzalo M. Borrás Gualis; Historia Universal del Arte: Bizancio e Islam; Vol.4; Editorial Espasa; España 2000.
& H.W. Janson; Historia General del Arte; El mundo Antiguo; Alianza Editorial; España 1986; pp340-342.
& Ernst H. Gombrich. Historia del Arte;15ª edición; Alianza Editorial; Madrid 1990; pp98-101.
& Gran Historia del Arte: La edad media (I); Vol 3; Editorial Planeta; España 1998; pp58.

& http://www.nga.gov/collection/gallery/gg1/gg1-37020.0.html


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