“Madonna
entronizada y el niño”
Representación de "Madonna entronizada y el niño" por Addy Molina, Técnica: plumín sobre fabriano. |
Ficha Técnica:
# Época Bizantina
# Fines del siglo XIII
# Panel de temple, 131.1 x 76.8
cm (51 5/8 x 30 ¼ in)
# Giotto
# Italia
# National Gallery of Art , Washington
Ciertos aspectos de la técnica sugieren que el artista que pintó este
panel era griego, entrenado como pintor de iconos. Sin embargo mezcla los
elementos Bizantinos y de Occidente, que indican que probablemente trabajaba en
Italia o al menos, para un cliente occidental. Las delicadas estriaciones en
oro definen los pliegues de la ropa, como una convención Bizantina y la
composición se acerca a uno de los más perdurables iconos, la Hodegetria —la
Virgen quien, indicando al niño, “muestra el camino”. Ahora
Jesús da la señal de bendición al Occidente y no a Oriente y los halos no son
discos pulidos sin adornos como los que se encuentran en Bizancio, pero son
decorados con diseños florales populares en Italia.
Por
la veneración de que eran objeto, La
Virgen y el niño, como icono, debía sujetarse a cierta norma
formal, los patrones fijos se repetían una y otra vez, es una tipología
exclusivamente Bizantina. En lo formal e
iconográfico, los iconos evolucionaron a la pintura mural. Su temática se
centra en la Virgen
con el niño.
La vista tridimensional del trono de la Virgen también refleja
influencia de Occidente. Con sus zapatos rojos y su vestimenta imperial de
arcángel, el elaborado trono acentúa el rol de Maria como reina del Cielo.
En
esta obra se refleja la influencia italiana manifiesta en el mundo bizantino
durante esta época. Abundan la donosa actitud, el profuso juego de los
repliegues del ropaje, la dulce melancolía del rostro de la Virgen. Las superficies
iluminadas del ropaje parecen ornamentales reflejos de sol, que contrastan extrañamente con la tenue
iluminación de la cara y de las manos. El efecto conjunto no es ni plano ni
espacial, sino transparente, esto es así casi al pie de la letra, porque ha
sido pintada en delgada película sobre una superficie dorada de alta intensidad
de reflexión que da los colores vivos, los halos y el fondo, de modo que ni
siquiera las sombras resultan nunca totalmente opacas.
OPINIÓN
La obra es sutil, representa la
divinidad por su colorido dorado en la luz y en la base, refleja la dulzura de
María en su rostro así como su trono le da un aspecto de superioridad, de
reinado, el trono tiene una perspectiva un poco plana, pero logra darle a la
imagen de la Virgen
lo que necesita para ser elevada como una divinidad que acompaña al niño y lo
sostiene en su regazo. La luz que refleja su vestimenta es llamativa con la
cantidad de pliegues, que son más radiales en las rodillas y codo, contrastando
con la cantidad de luz y sombra de ambos rostros, que sin embargo se integran
en el conjunto de la obra.
En general la obra logra su cometido como
icono perteneciente al periodo Bizantino, donde la Divinidad se expresa al
máximo, tanto en color como en forma y dotación de accesorios como lo son el
trono de María, las vestimentas y los halos.
BIBLIOGRAFÍA
& María
Victoria Chico Picaza; Historia del Arte:
Bizancio, El Islam; Editorial Océano; España, pp430, 461-462.
& Joaquín
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& H.W.
Janson; Historia General del Arte; El
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& Ernst H.
Gombrich. Historia del Arte;15ª
edición; Alianza Editorial; Madrid 1990; pp98-101.
& Gran Historia del Arte: La edad media (I); Vol 3;
Editorial Planeta; España 1998; pp58.
& http://www.nga.gov/collection/gallery/gg1/gg1-37020.0.html
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